En un recién artículo del Harvard Business Review, publicaron que hoy en día más de mil millones de personas hablan inglés de forma aceptable – ¡eso es 1 de cada 4 personas!
Hay cerca de 385 millones de hablantes nativos en países como Estados Unidos y Australia, más de mil millones de individuos en países previamente colonizados como India y Nigeria, y millones más que están estudiando el inglés como segundo idioma. Eso es mucho inglés…
Cada vez más, el inglés es el idioma global para el mundo de negocios – empresas multinacionales como Airbus, Daimler-Chrysler, SAP, Nokia, Alcatel-Lucent, y Microsoft en Beijing han ordenado que el inglés sea el idioma corporativo. Y según el profesor Tsedal Neeley, de la universidad de Harvard, cualquier empresa con aspiraciones a competir en un nivel internacional deberá hacer lo mismo. ¿Por qué? Pues para asegurar una buena comunicación entre consumidores, proveedores, socios, y otros públicos interesados.
La investigación de Neeley muestra que en algunos casos, implementar el inglés como idioma oficial puede tener sus muchas complicaciones: crea inseguridad laboral, y tensiones entre los partidos a favor y en contra. Pero compañías que planificaron y anticiparon los retos y la resistencia ante la adopción de esta nueva póliza vieron resultados muy positivos. Caso en práctica: la firma japonesa proveedora de servicios de Internet Rakuten. El CEO de Rakuten, Hiroshi Mikitani, decidió que el inglés sería el idioma oficial de la empresa en marzo del 2010. El objetivo de Rakuten era ser el mayor proveedor de servicios online mundial y era de la opinión que la nueva política (que afectaría a unos 7,100 empleados japoneses) sería un paso vital para alcanzar ese objetivo. Tras adquirir PriceMinister.com en Francia, Buy.com y FreeCause en EEUU, Play.com en el Reino Unido, Tradoria en Alemania, Kobo eBooks en Canada, y establecer joint ventures con empresas en China, Taiwan, Indonesia, Tailandia y Brazil, Rakuten pasó a ser “de habla inglesa” de la noche a la mañana. Desde los menús en la cafetería a los letreros en el ascensor, todo se tradujo al inglés. Y lo que es más: a los empleados se les dió 2 años para superar una prueba en inglés o corrían el riesgo de sufrir un descenso de categoría o perder el trabajo.
La decisión de Mikitani fue duramente criticada en Japón pero hoy por hoy está dando frutos. Fue una estratégia radical y hubo mucha resistencia por parte de los empleados, pero según Mikitani, el “englishnization” conlleva muchos beneficios a la hora de prosperar en una economía global.
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