¿Cómo influye el idioma que hablamos en nuestra personalidad?

Si estás leyendo este artículo es muy probable que seas estudiante de inglés y que tengas la intención de acabar hablándolo de manera fluida algún día. Y seguro que muchas veces te has imaginado a ti mismo/a, en tu cabeza, hablando inglés con otras personas. ¿Alguna vez te has parado a pensar en si el hecho de hablar inglés finalmente cambiará tu personalidad o tu forma de ver el mundo? Seguramente serás una persona más decidida y orgullosa de sí misma.

La hipótesis de Sapir-Whorf es un principio en la teoría del Relativismo Lingüístico que defiende la existencia de una relación entre el lenguaje que hablamos y la forma en que entendemos y conceptualizamos el mundo.

¿No has entendido nada? Calma, te lo explicamos mejor en los siguientes puntos:

1. Nuestra percepción del idioma

La percepción que tengamos de un idioma influye mucho en cómo nos sintamos al hablarlo. Por ejemplo, si piensas que el francés es un idioma refinado y propio de intelectuales, es posible que cuando lo hables te sientas más más refinado e incluso más inteligente. Si piensas que el inglés es el idioma de los negocios, probablemente cuando lo hables te sientas más capaz de conseguir tus objetivos profesionales.

2. La cultura del país

Diversos estudios sobre personas bilingües demuestran que, según el idioma que usen, las personas se sienten más inclinadas a tratar sobre unos u otros temas. Por ejemplo, cuando hablan uno de los idiomas, tienden a evitar inconscientemente ciertos temas tabúes que no tienen problemas en debatir cuando emplean otro idioma distinto.

3. El género de las palabras

En algunos idiomas, especialmente los de origen románico, los sustantivos tienen género (masculino y femenino, incluso neutro en algunos). Los estereotipos de sexo influyen en el concepto que tenemos sobre algunos términos. Por ejemplo, la palabra “puente” es masculina en francés (pont) y femenina en alemán (Brücke). Por eso, cuando a un alemán se le pide que describa un puente, usará adjetivos que tradicionalmente se asocian a la personalidad femenina: elegante, bello, encantador. Mientras que un francés usaría adjetivos que hasta ahora siempre se han asociado a la masculinidad: imponente, gigante, robusto.

4. El funcionamiento de un cerebro bilingüe

Las personas bilingües tienen un sistema en el cerebro similar a un semáforo, que les permite pasar de un idioma a otro con rapidez sin perder el hilo. Esta habilidad, que se adquiere con los años, les permite una mayor capacidad de concentración y de adaptación frente a diversos estímulos e interrupciones.

5. Influencia del bilingüismo sobre nuestro juicio moral

Cuando hablamos en un segundo idioma, adoptamos un pensamiento más racional ya que la carga emocional solemos reservarla para nuestra lengua materna (por eso solemos recurrir a ella cuando estamos muy enfadados o presos de una emoción muy fuerte). Esto puede afectar a nuestra manera de juzgar determinadas situaciones o actos en función del idioma que tengamos que usar para interactuar. En resumen, en otro idioma diferente nos cuesta menos ser más imparciales y objetivos.

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